miércoles, diciembre 24, 2008

Cita a Ciegas


Estaba nervioso, llevaba horas arreglándome. Mi primera cita, era fantástico, años de soledad, de sentarse frente al espejo y analizar el porqué de ésta.
Hoy era un día especial. Lo mejor, no una cita cualquiera, era, una cita a ciegas.
Todo comenzó hace meses gracias a la magia de Internet, un círculo social virtual de la misma especie, la misma raza, los mismos gustos. Pero uno solo era el indicado, el estaba ahí para mí, mi destino.

Meses de conversación, desvelos, risas, llantos, anécdotas e historias frente al PC. Encerrado ahí para él, despertando, pensando en él. Misterio, intriga, nerviosismo.

Caminaba, la hora se acerca, no faltaba mucho, ¿Cómo me lo imaginaba?, fantástico, perfecto, no es que sea superficial, pero ¡que va! Sí, a todos nos gusta que la persona a la que amemos sea perfecta, o por lo menos que tenga su atractivo. Su descripción fue la siguiente: alto, pero no mucho, tes blanca, pero ni tan blanca, incluso medio dorado, pelo castaño, ni claro ni oscuro, ni delgado ni gordo, ojos ni claros ni oscuros. ¡Dios! Era perfecto.

Cada paso que daba era una pequeña, pero agradable puñalada en el estómago. Nervios, nervios, nervios, miedo, miedo, miedo.
Nadie sabía de esto, nadie podía saberlo. No, que miedo, imagínate, mi madre se llega a enterar, o mi padre, me odiarían, un empujón y ¡fuera! Sería nuestro secreto, admitámoslo, quizás eso le da un poco más de emoción al tema, el estar escondidos, el no conocerlo concretamente, ¿no es algo espectacular?, el conocer nada más que su corazón, sus palabras, su voz, sus intenciones.

Me había dicho que me amaba, que era único, que no existía nadie como yo, que era primera vez que sentía eso. Me siento perfecto, bello, amado, querido, deseado.
Hemos hablado del tema, el sexo, ¡qué miedo!, ¿puedes imaginarte como sería tu primera vez?, extraño ¿qué haré? ¿Cómo hay que reaccionar frente a todo esto? Él dijo que me cuidaría, que no me haría daño, no haríamos nada que yo no quisiera. Lo admito, lo deseo, quiero que me toque, que me abrase, me bese, y cómo no, hacer el amor.

Sí, el sexo, no, no sexo, hacer el amor, que cuando te toquen tus pelos se ericen, se te abran los poros, tirites, saltes, formar una sinfonía. Sí, una canción, gemidos, suspiros, respiración agitada, un charco de sudor, un sudor frío, pero tibio, caliente, espeso, lenguas, besos, labios, dolor, pero del bueno, del que se siente, del que gusta, con el que gozas.

Quedaba cada vez menos, lo reconocería enseguida, lo sabría por la ropa que llevaría, pero tendría algo especial, algo que sólo yo sabía, en la mesa habría una vela encendida.

Seguía caminando y los nervios aumentaban, el miedo aumentaba, ¿en qué me estaba metiendo?, ¿en quien estaba confiando?, en el amor de mi vida, eso creía, eso creo.

Estaba cerca, demasiado. Me detengo, lo pienso. Me siento en una banca, respiro profundo, inhala, exhala, cierra los ojos y relájate, piensa en todo lo que hablamos, en como sería todo, en los planes que habíamos hecho, los días juntos, todo lo que haríamos. Había dicho que me amaba, no había problema entonces, que el físico no importaba, mi miedo se aparta, sigo caminando.

Qué más sincero que una relación sin caras, sin el físico que se interponga, sólo la manera de pensar, la forma de hablar. Que te enamores realmente de su corazón, de su alma, lo que realmente importa. Lo demás es sólo una máscara.

Había llegado, por fin, nervios, miedo, mis piernas tiritaban, mis manos sudaban, no centraba la vista, estaba agitado, sentía mi corazón en la garganta. La gente me observaba, yo solo tenía la mirada baja, no quería levantarla, tenia miedo de encontrarlo en frente de mí, vergüenza. No podía seguir, mis piernas no me lo permitían, estaban tiesas. Intenté caminar, una mesa, dos mesas, diez mesas, ¿Dónde estaba?
La vela, busca la vela encendida. Todo se hacía oscuro, todo se nublaba, quería llorar, ¡qué nervios!, ¡qué espanto!
Meto la mano a mi bolsillo, una vela, fósforos, ¿qué diablos? Una mesa, sola, un mantel. Me siento, prendo la vela, la dejo. Espero.

Sentado frente al espejo de mi habitación, me observo, ¿Cómo alguien podría fijarse en mí? Años de soledad. Ilusión frente a un PC.