domingo, marzo 20, 2011

I

Caminando por la avenida, Martín pensaba en lo larga que podría llegar a ser la noche. Él le indicó que la salida del callejón estaba bajo los matorrales . No le daba miedo, caminaba casi sin ganas hacia su destino, pasando el pasaje Mortenia vio algo que no esperaba, se detuvo, lo dudó un segundo pero sus piernas seguían en movimiento, nada lo detendría, pensó. Luego de abrir el paquete dentro del bolsillo, el lubricante marcó sus dedos para siempre, después de pasar los matorrales al final de callejón sin salida sentía como su sangre se volvía azul.