jueves, septiembre 17, 2009
Hermoso Momento
Podridos los dientes
Lagañas de ojos
Pupilas de excremento
Los dedos de fierro
Unos pies con yagas
Sangrientas
Dos son los momentos
En que mira al sol
Tres son los que mira
El vació del cielo
En lo oscuro de su mente
Un Lagarto maloliente
Pasea sus garras
Rompiendo los recuerdos
Lo que lleva dentro
Hierve cada tres lunas
Siete de ellas son de fuego
No existe el hielo
El dolor que penetra
Se traspasa con su aliento
Abajo esta el hombre
Sobre la mujer del demonio interno
En su sexo las larvas
Sienten el orgasmo
En sus vellos
El pubis danzante
Se penetra a si mismo
Evitando el dolor
De algo podrido
Así mismo se siente bello
Con gemidos bestiales
Con hedor a nacimiento
De espermios verdes
Engendrado en su espalda
Lo llama su primogénito
De un padre desdichado
Y una madre sin sentimientos
En su pecho tres colmillos
Más tres lenguas
Juegan con los pezones
Velludos de la bestia
La sangre hirviente
Ebulliciona con el sexo
De un grito placentero
Doloroso, hediondo
Las bolas de excremento
Pierden las pupilas
Y en su mundo
Todo se vuelve bello
completamente
Observo
Analizo lo que observo
Observo analizando lo que veo
Pero no veo
Hervor sangriento
Evaporado en madrugada
Dos al gato uno al perro
Animal sangriento
Cazador de sentimientos
Poco a poco
Va comiéndote por dentro
Cebo de entrañas
Palpitante
Largos cordeles mal oliente
Hoy se encuentran
Retorcidos en el centro
La luna se tiñe de negro
Negro sanguinolento
Dos al perro uno a la bestia
Interna
Busca el pálpito
El aliento
Hervor de sangre negra
Todo se tiñe de negro
Dos a la bestia
Devora de los latidos
Aniquilación
De un pálpito
Muerte por emanación
Del humo sanguinolento
Sirviente
La luz que retumbaba
En el prado de lo bello
No se queman los ojales
De la gente trascendente
Caballeros andantes
Defienden el palacio
Espadas de cartón
Corazones desdichados
Se va tiñendo el prado
De negrura oscurecida
Se queman los ojales
De un prado en fuego negro
Podrido aliento
De situaciones retorcidas
Un dragón de siete colas
Con la carne podrida
Canta el himno de la muerte
De lo bello y
El profeta lo mantenía a rastras de un ojo
Con el hedor de su aliento
Liberó el fuego negro
Fuego negro de un prado
De la gente trascendente
Lo podrido de la caza de la liebre
De entrañas maldichas
Acuchillando sin filo
Las liendres de la mente
Lo silente de lo bueno
Queda en el olvido
En la sangre de lo negro
Todo en un lagrimal maltrecho
Piedras de excremento
En el prado de lo bello
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