jueves, septiembre 17, 2009

Sirviente


La luz que retumbaba
En el prado de lo bello

No se queman los ojales
De la gente trascendente

Caballeros andantes
Defienden el palacio

Espadas de cartón
Corazones desdichados

Se va tiñendo el prado
De negrura oscurecida

Se queman los ojales
De un prado en fuego negro

Podrido aliento
De situaciones retorcidas

Un dragón de siete colas
Con la carne podrida

Canta el himno de la muerte
De lo bello y
El profeta lo mantenía a rastras de un ojo

Con el hedor de su aliento

Liberó el fuego negro
Fuego negro de un prado
De la gente trascendente

Lo podrido de la caza de la liebre
De entrañas maldichas

Acuchillando sin filo
Las liendres de la mente

Lo silente de lo bueno
Queda en el olvido

En la sangre de lo negro

Todo en un lagrimal maltrecho

Piedras de excremento
En el prado de lo bello